domingo, 1 de junio de 2014

Una casa como yo

Una casa para un niño, para la Vida que emerge desde ahí... desde su infancia, con toda la inocencia que brota de su no saber, y vivir en este lugar de asombro casi permanente, siempre vivo... sorprendido de lo que se le escapa aunque pretenda atrapar por todos los medios, con toda su fuerza e inteligencia, con todo su Ser aún y siempre incompleto... asumido así. Como esa aventura o ese romance con la pompa de jabón  impulsada por el aire a la que ama sin saberlo aún y que desaparece cuando la toca... aunque sea sutilmente... ¿Quién ha inventado este mundo tan loco? Aquí, ni siquiera puede acariciar lo que ama porque descubre que el amor es él mismo jugando con todo alrededor, tocándose en las pompas y escuchándose en sus carcajadas, en los ecos del jardín, sintiéndose en las hojas de ese árbol que se sueltan para regresar a la tierra y alimentar la Vida... una y otra vez, una y otra vez. Esta es la esencia de su inocencia... totalidad indivisa en un jugar sin principio ni fin.















No podemos establecer un código legítimo que gobierne el proyecto... siempre se nos escapa como lo hace la pompa de jabón... pero sí podemos emerger con él... desde aire que encierra y desde el aire que lo envuelve... desde ese extenso campo de posibilidades que dibuja una fina envolvente que lo es todo cuando en realidad aspira a ser nada... en esa película fluctuante entre el aire de adentro y el de afuera nos vamos a dejar llevar... en sus componentes, en su alquimia, en su capacidad de regular la permeabilidad entre esos dos mundos que en lo profundo es uno solo. Vivir dentro, vivir fuera... ¿Es esto importante aquí? ¿Qué ámbitos se nos definen en este micro universo?... ¿La calle? Un mundo hostil en su apariencia, otras razas y culturas, otras tensiones en sus cuerpos, otros mundo más o menos compatibles con el propio, más o menos complementarios... ¿El espacio diáfano que envuelve al jardín? La sombra de lo natural y de lo construido como un abrazo que no se suelta, como una danza que no cesa... árbol desnudo en invierno, comenzando a brotar en primavera, dando frutos en verano, acariciando el viento con sus hojas que bailan... soltándose llegado el momento para regresar al suelo y vestirlo con su manto de otoño... un columpio va y viene... no hace falta subir siquiera... hoy dormiré junto a las estrellas, en la hamaca que cuelga del cielo... y mañana,... mañana quizás suba la escalera y me embarque en un viaje sin destino, por el placer de viajar... esta es la casa de un viajero inmóvil, un niño siempre a punto de nacer... ni siquiera un niño por lo tanto... un espacio de emergencia, quizás, una circularidad donde todo lo que va regresa al mismo lugar modificado, más ligero, más sabio, más árbol, más pájaro, más pluma... 

El diseño humano como herramienta de proyecto















Sí querido amigo... este es el reto y quizás el proyecto está trazado desde este punto de partida que, de manera inconsciente, ha ido surgiendo en esa secuencia de dibujos que aún no han sido recopilados... este es el paso atrás que nos permite seguir avanzando desde la comprensión de nuestros procesos y desde la intuición de los que quizás se sucedan a lo largo del camino. Un vaivén de columpio que cada vez está más alto... hasta llegar al punto de quietud tras haber cesado el impulso conscientemente... el punto; ese instante donde emerge el viajero inmóvil

Si ves, aquí aún no reconozco la palabra patio... el espacio que presiento no me recuerda a ninguno... ni siquiera la tapia. Puede que ambos lo sean y pasen a formar parte del catálogo de espacios y cerramientos intermitentes... no me importa aquí... de lo que se trata es de vivir este proyectar sin ser ni el proyectista ni el proyecto... solo el verbo; de vivir y ver desde esa película de sustancia trasparente que envuelve un fragmento de aire y es empujada por todo lo demás... eso sí, inmersa en una climatología absolutamente específica: Estrella 10, Cartagena, a 28 de febrero de 2014... en compañía de todos mis verbos y de quién los reconoce y los aviva... Gracias Juan, Gracias Vida!!

para terminar citando a Borges:

Laberinto
No habrá nunca una puerta. Estás adentro
Y el alcázar abarca el universo
Y no tiene ni anverso ni reverso
Ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
Que tercamente se bifurca en otro,
Que tercamente se bifurca en otro,
Tendrá fin. Es de hierro tu destino
Como tu juez. No aguardes la embestida
Del toro que es un hombre y cuya extraña
Forma plural da horror a la maraña
De interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
En el negro crepúsculo la fiera.
«Elogio de la sombra», Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. II, pág. 364


(Extrato de las memorias y reflexiones vertidas en torno a una serie de proyectos en desarrollo)

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