sábado, 31 de marzo de 2018

PATRIMONIO INDUSTRIAL ARQUITECTÓNICO DEL PARTIDO LA MATANZA: El caso de la fábrica Chrysler Fevre Argentina






Breve estado de la cuestión
A la hora de reponer líneas de investigación que tengan al Patrimonio como eje de su análisis es necesario remitirnos a las definiciones e iniciativas de la UNESCO al respecto, dado que sus posicionamientos han, de alguna manera, marcado la “agenda” de temas a discutir. Así como la multiplicación de “sitios” considerados patrimoniables se multiplica día a día, la categoría misma de Patrimonio se expande hacia objetos -materiales o no, tangibles o no- hasta hace muy poco tiempo, impensados. Prueba de ello está en la proliferación del listado propuesto por la UNESCO desde la elaboración de los “Textos básicos de la Convención del Patrimonio Mundial” de 1972, hasta nuestros días. Cuestión que problematiza el historiador Francoise Hartog[1] advirtiendo críticamente que “los patrimonios se están multiplicando” y por ello, se corre el riesgo de diluir su significado, así como su significación. Plantea el problema que surge con la relación clave con la industria del ocio y la economía de mercado e instala en los estudios sobre la temática argumentos potentes como la necesidad de pensar al Patrimonio como una representación del pasado en el presente, sin la mediación explícita de la Historia y puede, provechosamente, estudiarse no desde el pasado –del que es un símbolo-, sino más bien desde el hoy, como una señal de ruptura entre el presente y el pasado. Así mismo, sostiene que las políticas patrimoniales conforman escenarios en los que se despliegan los conflictos entre distintas interpretaciones, sentidos y funciones del pasado, con miras a la intervención sobre el presente, y que conllevan una cierta proyección hacia el futuro. El Patrimonio se constituiría, entonces, como un mediador a través del cual uno o distintos colectivos sociales en pugna trazan  aquel vínculo con su pasado, y por lo tanto se instituyen en generadores de imaginarios sociales. Preguntándose: ¿preservar qué, por quién y para quién?, el autor pone el ejemplo del Berlín pos Muro como laboratorio privilegiado para observar estas problemáticas, dado que es un emblema de una sociedad/ciudad atrapada entre la amnesia y el deber de memoria. ¿Qué pasado exaltar y cuál olvidar? Y más específicamente, desde un punto de vista histórico arquitectónico-urbanístico: ¿Qué destruir, qué conservar, qué reconstruir, qué construir y cómo?[2]
En lo que se refiere al contexto nacional, a efectos de contribuir a clarificar y orientar futuras selecciones de ejemplos, y salvar desequilibrios temáticos y territoriales en los bienes declarados, desde la Comisión Nacional de Monumentos se está llevando a cabo un Plan Nacional de Patrimonio Industrial, amplio en lo cronológico, diverso en lo temático e inclusivo en las escalas de aproximación, que ha permitido configurar un preinventario de los bienes existentes en diversas regiones.[3] Respecto de los estudios abocados específicamente a la trayectoria de la problemática en el Partido de La Matanza, contamos con una serie de investigaciones del último lustro que aportan insumos valiosos al presente estudio. En este sentido, el libro de Agostino, Los primeros veinte años de la Universidad Nacional de La Matanza,[4] desarrolla los aspectos centrales del recorrido las automotrices en la región, para luego adentrarse en la conversión del edificio en la actual sede universitaria. Así mismo, desde la Junta de Estudios Históricos del Partido de La Matanza-Secretaría de Extensión de la UNLaM también se han realizado aportes en esta área del conocimiento; la publicación “Marcas y huellas urbanas en la memoria del Partido de La Matanza” del 2010, da cuenta de visiones sobre la experiencia fabril matancera a través de la recopilación de una serie de testimonios.[5]

La Chrysler Fevre argentina
Nuestra propuesta se centra en el análisis de las instalaciones que pertenecieron a la fábrica Chrysler Fevre Argentina; con el objetivo de lograr una reflexión amplia sobre el concepto de Patrimonio, así como de las políticas de patrimonialización. En este sentido, la actual sede de la UNLaM es estudiada como un referente de Patrimonio Histórico Arquitectónico Industrial a escala territorial, nacional e internacional. Así mismo, responde a razones estratégicas que sugieren que existe una vacancia en las investigaciones sobre el Patrimonio Industrial en el contexto local.[6]
En términos urbanísticos podríamos afirmar que existe en el Partido de La Matanza un entramado patrimonial de diversa índole: histórico, arquitectónico, paisajístico, industrial, ambiental, que hoy es pre existente y que subyace en la memoria colectiva, que está inserto y a la vez perdido en el tejido urbano. Que ese entramado está constituido por redes tangibles e intangibles que fueron tendidas en algún momento y que hoy están rotas, interrumpidas, fragmentadas, inorgánicas. Un reflexión en regla sobre las características patrimoniales de este edificio fabril debe referirse tanto a sus condiciones tangibles como intangibles; yuxtaponiendo a las referencias históricas materiales (como objetos, estructuras u edificios), aquellas llamadas “huellas de la memoria” que actuando como interruptores logran “encender” o evocar procesos históricos de gran impacto en la comunidad en su conjunto. En este sentido, la llamada “vida en las fábricas”[7], implicó en nuestro país un conjunto de experiencias diversas de luchas, organización, conquistas, resistencias y represión a lo largo del tiempo. Considerar al Patrimonio Arquitectónico Industrial en la Argentina implica pensar a las fábricas como el escenario de las primeras formas de organización del movimiento obrero, de la Resistencia Peronista, del accionar del Terrorismo de Estado, de la desmovilización, las políticas del neoliberalismo económico y la desintegración social, así como de su reorganización mediante los nuevos movimientos sociales y el ímpetu del cooperativismo y finalmente, la recuperación industrial de la última década. Así mismo, el inmueble objeto de nuestra investigación está actualmente en actividad, reconvirtiéndose en una casa de estudios superiores de destacada significación a nivel territorial y nacional, por lo que el mismo concepto de Patrimonio debe referir a un proceso activo y “vivo”.

La transformación del conjunto
La aventura transformativa del conjunto fabril de la Universidad de la Matanza enlaza directamente con una fuerte y creciente sensibilización patrimonial que se extiende, en general, por todos los territorios. Una concientización, iniciada durante los años setenta y confirmada como viable en los ochenta, que progresivamente no sólo incluirá el legado histórico heredado y más pretérito – indudablemente el que más participa de esta nueva coyuntura- sino que también indagará en el escenario validado de la arquitectura moderna y su extensión temporal durante el siglo XX. Precisamente desde ese nuevo espacio de relativa asertividad moderna o contemporánea, surgen incitativas que pretenden reactivar conjuntos en los que también se cuenta el citado. De esta manera el patrimonio industrial comienza también a verse como valioso y atractivo, desligándose de las maneras y los modos desde los que se había entendido o interpretado con anterioridad: “Para unos la presencia industrial estaba llena de ensoñaciones de progreso, con sus chimeneas humeantes y las muchedumbres que allí trabajaban. Pero para otros estaba rodeada de ruidos y suciedad. Para quienes amaban las arquitecturas clásicas, estas construcciones no tenían ningún atractivo, y hasta era casi seguro que ni siquiera se las viera como verdadera arquitectura, sino como “mera construcción”. De allí que cuando se empieza a hablar de patrimonio, las fábricas, los muelles, las estaciones, los depósitos, no fueran siquiera mencionados.”[8]
Durante los años 80, efectivamente, fecha en la que se inicia la reactivación de todo el entorno construido de la universidad, se instaura un campo de sensibilidad política e institucional, también disciplinar, que se extiende, como venimos apuntando, por gran parte del mundo. Surgen, entonces, conceptos como los de reversibilidad, que se hacen comunes dentro del territorio de la arquitectura: la reutilización o refuncionalización de los vestigios y contenedores del pasado, y más concretamente, de los espacios singulares o programáticos con los que se cuenta, halla desde nuevas formulaciones, usos y programas, la mejor de las herramientas para salvar y legitimar un patrimonio en peligro de olvido y derrumbe. Así comienza a reavivarse la fiebre por la rehabilitación de edificios y fábricas antiguas o modernas – como es este caso- para los nuevos usos y predisposiciones sociales: “La mejor manera de conservar un edificio –se ha repetido numerosas veces- es utilizarlo; la cuestión es hacerlo sin forzar el mismo. Pocos edificios, a excepción de la mayoría de los religiosos, pueden seguir desempeñando el mismo destino original. El cambio de uso no resulta grave si la nueva función se prevé compatible con la estructura, tipología y elementos del edificio patrimonial”[9].
En particular, y como demostración del alcance creciente de estas nuevas situaciones, se van a dar casos en donde el patrimonio industrial va a situarse como el depositario construido que albergará las crecientes tipologías universitarias[10]. Así la Matanza se erigirá también, al hilo de conjuntos muy importantes como los de Quilmes[11], Lanús, San Martín y, por ejemplo, los tres depósitos en Puerto Madero hoy trasformados como nueva sede de la Universidad Católica, como otra oportunidad pertinente en donde fraguan las iniciativas a las que nos referimos. Todos son casos, entre otros muchos, que facilitan un campo experiencial edilicio que valida las características tipológicas con las que se cuenta de cara a su transformación y acuerdo con las acciones y usos del presente.  Podríamos por lo tanto señalar, que es desde esta reversibilidad inicial y continuadora, desde la que termina proponiéndose su salvaguarda: “Se ha tratado del debate de dotar a los edificios muertos de usos contemporáneos en el entendimiento de que un edificio sin uso está abocado a la destrucción por el abandono. Lo cual es cierto y verdadero. Pero de esta situación se ha pasado a dotar de funcionalidades cualquiera a los inmuebles; las más de las veces con absoluta incompatibilidad. Ya sin entrar siquiera en el problema de la reversibilidad”[12]
Estos últimos casos enumerados -y el que nos ocupa-, sin embargo, sí constituyen, a nuestro modo de entender, ejercicios afortunados de compatibilidad, demostrando desde el tiempo prolongado de su uso, la razonable y adecuada imbricación que han tenido las antiguas fábricas como aptas y fiables para las rutinas generales de la universidad; más allá de las problemáticas de funcionamiento normales de cualquier contenedor arquitectónico. Los grandes espacios, desde sus narrativas neutras y universales, han favorecido el buen comportamiento de los nuevos espacios y lugares que se han aplicado distintamente. Dos pueden considerarse, fundamentalmente, como las líneas de rehabilitación/intervención que se llevaron a cabo en el caso que nos ocupa: la que se refiere a la acción sobre los propios contenedores existentes, y la que relata una operación más compleja y sensible que comporta la construcción de su entorno.
En su primer estadio, la  intervención parece remitirse a un “vaciado” general de todos los edificios existentes, por lo que se podría hablar, en términos de Francisco de Gracia, de una rehabilitación “circunscrita”[13]. Ésta, por lo tanto, parece constituir una directriz frecuente, a la que se suma la diferenciación o complementación entre los tratamientos espaciales internos, y la situación de adecuación –“decoro”/tratamiento- de los exteriores. Si en los interiores permanece principalmente el mecanismo de la asepsia y de cierto neorracionalismo implícito -modulaciones, divisiones, reparticiones, expresión del comportamiento funcional y estructural, etc.- que de alguna manera se mantiene fiel a las categorías aplicables al nacimiento o génesis de la propia edificación, en su exterior, se produce una fragmentación o discontinuidad morfológica, cuando los complementos que se suman a la neutralidad de los contenedores aparecen tratados desde una iconografía de procedencia marcadamente ecléctica, neohistoricista, o si se quiere, ya que en el momento de su rehabilitación estaba muy en boga, del repertorio postmoderno[14]. No entraremos en consideraciones con respecto a esto último, pero parece ser una realidad que incluso desde los grandes “propileos” de entrada, se sitúa como constante bastante anacrónica de la intervención[15].
No es, sin embargo, así el tratamiento y esfuerzo sobre el entorno amplio comprendido dentro de los límites de la Universidad que sí profundiza en bondades que merece la pena sean reseñadas. La realización y refuncionalización de un conjunto de estas características, también comporta habilidades que entran a formar parte de su construcción y que no pueden sostenerse, únicamente, desde las virtudes edilicias sino son otros agentes fundamentales, los que entran a formar parte para su adecuación. El vivir y el convivir -los espacios relacionales y comunicacionales[16]- que los diferentes lugares de la Universidad ha generado, sitúan este entorno de la ciudad universitaria, como quizá, el lugar de aglomeración ciudadana más importante de todo el Distrito de la Matanza y zonas aledañas, haciendo que los entornos vinculados al aprendizaje, la enseñanza y el diálogo comporten un reducto sano frente al imperio consumista exterior propuesto desde la cultura global en la que nos encontramos[17]. Por lo tanto, resulta de especial relevancia subrayar cómo y de qué manera un conjunto fabril y de diversidad tipológica como el tratado se ha convertido en, quizá, el mayor exponente de congregación social en este distrito, demostrando, hasta qué punto la arquitectura actúa como una “experiencia integradora” -Zevi- que ayuda y colabora determinantemente en la construcción de los distintos universos sociales de nuestras ciudades. La recuperación de este patrimonio está estrechamente unida, por lo tanto, no únicamente a una labor necesaria de patrimonialización del legado arquitectónico de la ciudad y sus huellas, sino también, a la exaltación de la “celebración” ciudadana -enseñanza, aprendizaje y comunicación- que tantas veces ha reiterado como necesario el crítico y arquitecto Juhani Pallasmaa[18]. Se podría señalar que con la intervención y rehabilitación del conjunto fabril para sede universitaria, también se ha regenerado y fortalecido la propia identidad social y cultural de esta zona y territorio del gran Buenos Aires.
Confrontando dos entradas generales sobre la cuestión del Patrimonio Histórico Arquitectónico Industrial; aquellas referidas al marketing urbano –preocupado por generar productos turísticos atractivos y valorados en el mercado, sin contemplar las posibles pérdidas de identidad específica- y aquellos abordajes que priorizan los análisis históricos para una valoración sensible de dichos espacios; el presente proyecto sostiene que el Patrimonio es mucho más que un Recurso (económico, urbanístico, turístico, etc.), sino que es una forma de indagar al pasado y reflexionar sobre el propio presente social. En este sentido, analizar los distintos aspectos que constituyen el carácter patrimonial del edificio de la sede de la UNLaM representa un significativo aporte a la construcción historiográfica e identitaria.


[1] Hartog, Françoise, “Historia y cultura: regímenes de historia y memoria”, presentado en la publicación de la UNESCO: Museum Internacional, N° 227, Diversidad Cultural y Patrimonio UNESCO, en 2005.
[2] En sintonía con estas líneas de trabajo podemos ubicar los estudios de Pagano, Nora y Rodriguez, Marta, Conmemoraciones, patrimonio y usos del pasado, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2014; García Canclini Néstor, “Los usos sociales del patrimonio cultural”, en: Florescano, Enrique (Comp.) El patrimonio cultural de México, México, FCE, 1993; Prats, Llorenç, “El concepto de patrimonio cultural”, Política y sociedad,  Nº 27, 1998, págs. 63-76 y del mismo autor; “Concepto y gestión del patrimonio local”, Cuadernos de Antropología Social, N ° 21, 2005 y “El Patrimonio en tiempos de crisis”, Revista Andaluza de Antropología, N ° 2, marzo de 2012, entre varios autores que están analizando las dimensiones teórico metodológicas de la categoría de Patrimonio.
[3] Ver: http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/238854/norma.htm.
[4] Agostino, Hilda N.; “Los primeros veinte años de la Universidad Nacional de La Matanza”, Ramos Mejía, Editorial CLM, 2011.
[5] El trabajo de Dawyd, Darío; Mancini, Yanina; Medina, Gabriela; Pantanetti, Claudio; Diaz Hlavka, Juan Pablo: “La militancia fabril en la zona oeste del Gran Buenos Aires y su lugar en las experiencias nacionales de radicalización, reorganización y represión sindical, 1966-1983”, presentado en las I Jornada de Investigación Interdepartamental, “25º Años de Desarrollo e Innovación en el conocimiento” organizadas por la Universidad Nacional de La Matanza en 2014; también es ejemplo de estos avances. Finalmente, dentro de esta línea de trabajos, en 2013, Alejandro Enrique y Adolfo Correa publican Historia de la producción en La Matanza, editado por el Centro de Estudios Históricos de La Matanza, en donde se reconstruyen acontecimientos significativos del desarrollo industrial en el territorio.
[6] A fines de 1991, la UNLaM toma posesión en forma definitiva del predio que ocupa actualmente (ex Fábrica Chrysler), gracias a una Ley que beneficiaba a universidades permitiendo comprar predios a cambió de deudas impositivas, adquiriéndose el predio a nombre de la Fundación Universidad de La Matanza.
[7] Lobato, Mirta Zaida, La vida en las fábricas, trabajo, protesta y política en una comunidad obrera (1904-1970), Prometeo libros/Entrepasados, Buenos Aires, 2001.
[8] VIÑUALES, G.M. Miradas al patrimonio industrial. Miradas sobre el patrimonio industrial. Buenos Aires: CEDODAL. 2007. Págs. 7-14.
[9]   NOGUERA, F. Revista: Ars Longa nº 11. 2002. Pág. 109.
[10] “Las fábricas han cambiado en sus necesidades de espacios y sus exigencias de ubicación dentro de las ciudades, mientras que otras funciones van requiriendo lo que aquellas ya no usan. Esto ha abierto posibilidades impensadas hace un par de décadas. Una de esas posibilidades ha sido la de albergar centros de estudio, como las universidades” Ibídem. Pág. 13.
[11] Véase: FAIVRE, M; BORTHAGARAY, J. La Universidad Nacional de Quilmes: refuncionalización de la ex fábrica Fabril Financiera de Bernal. Op. Cit. Miradas…Págs. 107 108
[12] RIVERA BLANCOA, J. El patrimonio y la restauración arquitectónica. Nuevos conceptos y fronteras. Madrid: 1999. Pág. 186.
[13] DE GRACIA, F. Construir en lo construido. La arquitectura como modificación. Madrid: Nerea. 1992.
[14] “Este pasar desapercibido no debe suponer mimetismos o historicismos que fueron propios del siglo XIX o primera mitad del siglo XX, y que algunos historiadores contemplan con nostalgia al desconfiar del valor de la arquitectura moderna en relación con la arquitectura histórica. Como arquitecto defensor del patrimonio histórico, comprometido con mi tiempo, reclamo el difícil equilibrio entre conservación y creatividad al actualizar los usos, dentro de los límites que el edifico impone para salvar su autenticidad, teniendo en cuenta compaginar la doble instancia brandiana, histórica y estética, pero con un sentido constructivo de la forma que le faltó al maestro italiano” Op. Cit. NOGUERA. Pág. 109.
[15] “La perversión de los valores del lugar es la primera causa de la desaparición de la memoria urbana, que tiende a suplantar por la réplica (…) En lugar de una deseable reconciliación de los ciudadanos con las propuestas más audaces, se busca el favor de la opinión ciudadana sobre réplicas y replicantes (…estas propuestas) por un lado, quieren ser hitos de un mundo nuevo – sin relación con el más cercano en su espacio y su tiempo- por otro, se trata de evocar su función simbólica con una apariencia de pasado, (…) de una tradición inexistente (…) Los replicantes y las réplicas proliferan (…) como partes de un todo imposible de juntar  (…) El totalitarismo unitario de la frivolidad”. HERNÁNDEZ PEZZI, C. La ciudad compartida. El género de la arquitectura. Madrid: Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. 1998. Págs. 100-104.
[16] Valores que continúan los ya citados en intervenciones como la realizada en la Universidad de Quilmes; los propios artífices lo explican así: “De una ciudadela amurallada, poblada de construcciones seriadas guiadas sólo por el objetivo de la producción textil, la lógica de las máquinas y de la materia prima, pasamos a “capturar” una dosis de alegría, de afabilidad y de comunicación para las miles de personas que hoy la habitan” Op. Cit. Miradas…Pág. 107.
El espíritu “afable” y la alegría del habitar, también se comparten dentro del escenario de la Universidad Nacional de la Matanza. La gran avenida, casi una gran plaza longitudinal, que ordena como eje principal todo el conjunto, es también un lugar festivo, de recreación y celebración, en donde incluso, no sólo se cuentan los actos académicos y de difusión científica, sino que se despliegan los acontecimientos cívicos y sociales más variados: desde ferias de la artesanía hasta conciertos de tango, milongas y otros eventos diversos.
[17] La propuesta ha evitado que al final este espacio público no termine produciendo otro lugar más de la ciudad abocado a la transitoriedad o las formas más despiadadas del shopping contemporáneo. Así ha descrito, no sin cierto astuto cinismo, Rem Koolhaas,  las muestras o huellas del que considera es el último de los reductos cívicos de comunicación social: los centros y las grandes superficies comerciales. Citado por: LA CECLA, F. Contro l’architettura. Torino: Bollati Boringhieri. 2008. Pág. 14.
[18] Pallasmaa, J. Una arquitectura de la humildad. Madrid: Fundación Caja de Arquitectos. 2015.


Artículo presentado en el Congreso Alteha 2017. Buenos Aires. Autores: 
Ilana Martínez, Rodrigo Martin Iglesias, Juan Moreno Ortolano, Marcelo Robles

Encuentro "Historia y Crítica" en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.


Las jornadas de reflexión en la FADU nos permitieron exponer las líneas generales de las investigaciones que se presentarán en el próximo Congreso que se celebrará en el mes de Mayo en la Ciudad de Córdoba en Argentina. Todos y cada uno de los asistentes, expositores y Jefes de Cátedra, propusieron temáticas de discusión que dan cuenta de la complejidad y riqueza de esta Facultad en el territorio latinoamericano y su importancia como escuela e institución en la difusión de la historia de la arquitectura.