Donde comienza la arquitectura gobierna el silencio.
Donde comienza se apangan los nombres, los autores. Sólo la tierra, un aljibe
con agua y la casa del morador de la luna. Con las piedras iniciales se
construye el lugar de la vida, una estancia de sueños y soñadores. Allí
comienzan las cosas, las estaciones, los puntos finales de la ciudad. No hay
horas ni segundos, tan sólo hálitos, respiraciones intermedias, pausadas. La noche
marca el ritmo de los huéspedes y el día la armonía. A bocados con el tiempo corren
los hombres que por fin duermen en la llanura y no se precipitan. Cada hora es
un peso ligero e ingrávido que levanta sentimientos llanos, nobles. Allí está
todo, donde ya no hay nada, donde la última luz urbanita no se ve a lo lejos. Y
si hay algún lugar para el amor, para el encuentro. Si hay algún lugar para
morir, para despedirse definitivamente...
Dejadme que lo haga aquí, aunque al
final no vengáis ninguno a decirme adiós.
Ya me siento acompañado…Ya me despiden las piedras...
No hay comentarios:
Publicar un comentario