jueves, 31 de enero de 2013

Furia






Grito y pronto llega el desmayo, como cosa que se huele antes de que suceda, antes de que se muevan los sonidos. Esos ecos aúllan, ya lo anuncian, como una muerte de primavera. Todos ensimismados en el orgullo de quien hace bien las cosas. Ahí no permiten el descuido, ni el padecer transitorio. Todo, si se pide, debe ser lineal, nunca mordido, ni que la sangre salpique, aunque sea sólo un poco. El llanto, por supuesto, está prohibido. No se quiere oír y hablar de lágrimas que no tienen dueño, y de tenerlo, al destierro. Qué furia tan grande sienten, ni lástima ni perdón, sólo furia, quebrando huesos, mordiendo el cuello. Esos son los dueños de los sueños débiles y amargos, que como tormentas que no cesan irrumpen cada noche que quieren en la despensa de los sueños. En ese hueco recogido, donde sólo los últimos olores de embutidos de la infancia se depositan. El cuerpo cae sin despropósito lamiendo las paredes que lo cercan, cerrando la puerta, huyendo de la criba y el juicio. Escenario pequeño. Escenario minúsculo donde acampar, donde dejar caer el miedo…

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