sábado, 5 de diciembre de 2015

Un minuto para salvar el mundo



Párate. Un segundo. 
Párate. Una eternidad. 
Párate: respira. 
Párate a observar tu adentro, tu profundidad, tu proximidad.
Quizá hace tiempo que no te paras, 
que sigues ensimismado en todo lo que vendrá, 
que no quedan en ti adherencias porque no consigues verlas. 
Quizá sigues también, esperando al próximo tren,  aquél que te lleva al futuro.
Mientras esperas, das las espalda a tu instante, olvidas el amanecer de este día, y sacudes todos los olores y gestos de las cadencias instantáneas que se suceden a tu paso.
¿Has creído, acaso, que podrás vivir esta maravilla cuando ya suceda? 
¿Acaso crees que la evocación, que aquél viaje de ida y vuelta de Chateaubriand  podrá salvarte?
Cuando envejezca tu instante, éste anunciará la última de sus primaveras.
 Probablemente  no quedará más que aquella evocación, que aquel viaje de vuelta rememorado, 
torpe  y olvidadizo. 
No será otra cosa que carne tratada, almacenada.
Ya será tarde
¿Has creído, acaso, que la fotografía del trastero dará brillo a tu sonrisa, que podrás volar sobre el mismo paisaje que rechazaste cuando lo visitaste por primera vez?
¿Será la melancolía capaz de reconstruir la inocencia inicial de aquella primera visita?
No. 
Lo siento
Para salvar aquél mundo, aunque sea sólo un minuto, no podrás aferrarte a tu supervivencia futura, 
no podrás malgastar ni un segundo más en tu ego.
Para salvar tu mundo, aunque solo sea un minuto, tendrás que pararte
Pararte ante ti, excavar en tus tripas
Y una vez sacudido, ya casi exhausto de tanta belleza
Pararte otra vez, coger tu minuto y segundo con tus manos
Y salvar tu mundo

Para salvar al mundo



(Homenaje a Nachete)

No hay comentarios:

Publicar un comentario