martes, 31 de enero de 2017

XVI




Sustraído
robado de dolor,
regreso al ovario
el que me engendra.
Lo quebrado,
se recompone
a su son,
sinfonía de silencio
la más silenciosa,
jamás escuchada.
Mi pubertad se reúne:
apadrina al maduro,
al viejo cascarrabias.
El niño,
entonces,
momifica el cuerpo anciano,
lo pudre hasta fenecer.
Es necesaria esta música de la historia,
para volver a nacer,
del ovario una orquesta:
flauta, contrabajo, violín
y toda la partitura sin escribir.
¡Oh verde viaje iluminado!
Pasión del niño recién nacido,
un expulsado libre al paraíso

No hay comentarios:

Publicar un comentario