sábado, 30 de noviembre de 2013

Latir



Has llegado y ya te vas.
Dejas de lado tu ruta, saltas tu camino y apareces.

Y piedra tras piedra dibujas una casa. Con tanta soledad congelada que parece ingobernable.
Queda, tras su gran muralla, el hueco del hogar. Arrojado tras los árboles que rompen los muros. 

Ahí me veo, aunque no tanto tiempo como para envejecer sin remedio. Leo las arrugas de tus piedras y anuncias las mías.

Soy como tú. He vuelto, pero creo que me iré pronto.

 Para evocarte allí donde esté. 

Donde otros muros me quieran…

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