martes, 13 de noviembre de 2012

Levedad




Volando sin patria de ideas, sin brasero, sin antorcha que ilumine el camino. Poco o nada queda de las líneas de fuego, de ese territorio delimitado. Ahora todo desvanecido, en una suerte volátil de mundo de piedras sin consistencia, de arena desmenuzada. Como torrente de río alocado, sin rumbo, sin horizonte helado. Más pena siento por esos lugares inapropiados del llanto, del correr desnudo de la memoria, inmaculada memoria. Por qué serás tan explícita que no callas, ni siquiera cuando se te pide. Qué descarada aparición de la biografía. Hazte amiga, no lastimes. Acércate, descansa, que otros hablarán por ti. No les robes la palabra, querida memoria, que ya se apresuran, como lagartos al sol. Hablan, murmuran cosas; gotas frías, herrando ascuas. Medias tintas no sirven, todo o nada. Son los hombres de la empatía, fugaces, empobrecidos por el riguroso culto al yo eterno. Medid vuestro espacio les diría, pero es tarde, ya han entrado. Ahora me queda esperar que el umbral emocional no conceda tregua, huidizo, inquieto...
Por favor piérdete!
Y que no te encuentren…

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