jueves, 31 de agosto de 2017

Dibujo, tiempo y materia_ Aproximaciones a los croquis del Centro de Artesanía de Lorca. Juan Antonio Molina




Centro de Artesanía de Lorca (1986/1988)
Juan Antonio Molina. Dibujo del autor

Ya en los dibujos de un autor, uno puede ver su manera de entender la vida, su manera de caminar. He escogido este dibujo del Centro de Artesanía de Lorca, porque creo que refleja en síntesis, algunos aspectos del trabajo de Juan Antonio Molina, e invita a una reflexión sobre el inicio de la creación o el desarrollo de cualquier proceso creativo. Me voy a detener en tres puntos: de una lado el dibujo entendido como una materia congelada que una vez resuelta en el proyecto y en la construcción, encuentra un estado nuevo de “deshielo” que se funde con la vida y los contextos que quedan a su alcance. De otro, el dibujo como un acontecimiento autobiográfico que señala directamente al autor, su procedencia, su lenguaje y los contenidos del habitar más estrechamente unidos a la vida del creador. Y por último, el dibujo entendido como un “delator”, una “huella impresa” que expresa el estado de un tiempo, en donde la duración se ha retenido para siempre, en el formato del papel y la textura del dibujo y el sombreado.

La idea de la materia congelada es en Molina un factor esquivo e inestable. Si observamos la imagen del centro de artesanía, aparece una rampa que no sólo indica un movimiento sino que viene expresada desde el propio dinamismo de sus líneas y grafismos. El primer origen del dibujo ya está determinando la condición secuencial y extensiva del espacio; su movimiento fugaz. De ahí que la categoría “estática” y estable se diluya o desdibuje; anuncie ya un primer contacto con la realidad. Aquella realidad supone una fusión ya avisada desde el dibujo, lo que nos lleva directamente al segundo punto que quería señalar: el margen tan estrechamente unido a la construcción de una biografía, a una manera de caminar. El autor forma parte intrínseca de aquél caminar que se despliega en una rampa o promende y que se funde con la naturaleza de los personajes y el paisaje artificial. El autor anda el dibujo, imprime un sello que no sólo es artístico o puramente gráfico. Su manera de vivir y estar en el mundo está ahí: un caminar “festivo” que continuamente alude a una celebración del espacio y el lugar urbano. La fiesta de la vida, la fiesta del zoco, la fiesta del descubrimiento de lo arquitectónico y la ciudad. Podría haberse parado con paciencia, pero el dibujo ahí se agita porque está aludiendo directamente a aquella celebración que la buena arquitectura siempre brinda. Incluida la del “terror” o el “llanto” como diría Moneo con alguna obra de Rossi como el “Colegio de los amigos”. Sin embargo en esta última idea –que nos lleva a mi última reflexión- existe una bella contradicción: aquél dinamismo, aquella velocidad de líneas y lentitudes, de caminares en los personajes, choca de lleno, con una ilusión de estado estable de las cosas del mundo. El Centro de Artesanía ha sufrido transformaciones que lo han llevado a perder las fuentes y energías que sí quedan depositadas en el dibujo. La única manera de recrearlas nos lleva obligatoriamente a rememorar, mediante el dibujo, su estado original. Y ahí está la contradicción. Inevitablemente buscamos en aquella “libertad dibujada” un depósito del estar que nos señale el camino que se eligió un día, y que paraliza la duración que la realidad en sus transformaciones contemporáneas ya ha extinguido.

(Extrato de las memorias y reflexiones vertidas en torno a una serie de obras singulares y de proyectos en desarrollolunes, 9 de marzo de 2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario