sábado, 29 de octubre de 2016

VIII



Soy sílaba de este tiempo,
cuerpo embebido al sol
pilar fosilizado.
Saliendo a buscarme
encontré la noche enrabietada:
rojo voraz.
YO: pálido
Paré ante su cuerpo
tambaleé desdentado,
y así me he mantenido hasta esta última noche
¿No serás tú, oh noche atrevida
la que te entrometes en mis sueños?
¿No serás tú, blanda hermosura, quien me despide engañosamente?
Sé que estás ahí,
tan adentro que los órganos son tus socios
huéspedes:
 el intestino
la garganta
Has sabido como convencerlos,
dormitas en sus líquidos
los sobornas con cualquier cosa:
una lata,
un agujero negro,
la inmensidad del océano.
Por eso los engañas,
porque nunca han sabido hablar;
y mucho menos con el lenguaje de los hombres

II



Póstuma palabra,
que vives en las postrimerías del mundo
que acercas el cuchillo al ahora.
Póstuma palabra que anuncias al asesino,
el muro helado del infierno.
Son días iracundos,
buscando tu volcán de lava,
pétalos de fuerza,
turbina de aire.
Póstuma palabra,
enunciado de la garganta,
que te sabes inmensa:
para callar,
decir,
romper.
Oh póstuma palabra,
que aterras al amanecer,
decididamente sordo.
Así te presentas
cada día ante mí,
sin defensa que darme,
transparente herida.
Oh póstuma palabra:
soy mendigo tuyo,
de tu ternura y  tu despiadada locura