domingo, 27 de mayo de 2012

Con ojos nuevos

Disolver la materia artificial para re-conocer las fuerzas del paisaje natural...
El hombre es invitado a cruzar la frontera que separa el ámbito urbano, duro y estático, de la orilla, latido insondable, inasible, inabarcable...

A través de un tránsito secuencial nuestra mirada es transformada. El mar desaparece por momentos de nuestra visión pero sabemos que vamos hacia él. Es el inicio de un juego de tensiones que nos preparan para ver el mundo con nuevos ojos...

Tal vez, después de este adentrarse en el borde natural, ya no exista el mar como algo externo y distinto a uno mismo; 
puede que entonces uno mismo sea ese ser infinito e intemporal cuyo nombre ha quedado en suspenso, ha dejado de importar, se ha diluido con nosotros.

Un lugar vale por lo que es y por lo que quiere llegar a ser.

Alvaro Siza

sábado, 19 de mayo de 2012

Tiempos mutables


                                           Tiempos mutables

La arquitectura es tiempo retenido y recorrido. El tiempo estructura los inicios, el transcurso, las incursiones y travesías espaciales. Nunca se detiene sino es para comenzar de nuevo. La arquitectura de Fernando de Retes vuelve a situar el tiempo como valor principal de su arquitectura. El Museo La Conservera expresa esa preocupación. Un tiempo atrapado y libre, detenido y continuo al mismo tiempo. Un tiempo cifrado y explícito, distante y directo. Y entre el tiempo y su paso; un director, el que modera y dirige esos tiempos, el que instaura el orden de paso, el cambio, el tránsito: el umbral.
El umbral organiza los tiempos, su estructura, decide dónde y cuándo comienzan las cosas, en qué momento son líquidas o sólidas y cómo deben expresarse y hacerse lícitas. Ese es su cometido. No intenta igualar, no pretende hacer del espacio arquitectónico una sola cosa, una única unidad temporal, sino al contrario, busca distinguir, singularizar, potenciar los pasos, diferenciar los lugares.
Retes organiza los espacios a través de los umbrales  pero umbrales que marcan el paso y transcurso del tiempo, que en sí mismos son contenedores de sensaciones, lugares preparatorios, espacios intermedios. No son exclusivamente pieles a modo de películas virtuales transparentes que explicitan lo que sucede en el interior de los edificios, evaluando sus virtudes y sus miserias. Aquí la piel, en sus entradas, se extiende como una gruta que irremediablemente hay que cruzar para seguir descubriendo. Sin embargo, en ese intento por descubrir se suceden otros acontecimientos, ya no se encuentran al otro lado del lugar de paso, sino en él mismo. El tiempo ahí moderadamente se interrumpe, adquiere otra densidad, la retina se apaga y el silencio gobierna ahora las leyes del espacio. Es la sombra y no la luz, la penumbra y no la claridad las que deciden acampar en la arquitectura. El acero corten  marca a través de la textura y el color de su material que otro tiempo ha comenzado, que otro tiempo es posible. Y es posible  porque la arquitectura le ha conferido a los márgenes perimetrales y de cerramiento algo más que una piel, acaso un espacio propio, con su particular naturaleza.
El tiempo es también aquí  una huella más que la historia ha dejado. Se trata ahora de que el proyecto ahonde  e investigue en torno a las preexistencias con las que cuenta, que sepa rescatar su legado a fin de potenciar el tiempo histórico en el cual se produjeron. Y por ello, no hay que apagar los recuerdos del contenedor arquitectónico. Su valor está ahí, únicamente hay que volver a escucharlos. El nuevo edificio, por lo tanto, nace directamente del anterior, desde sus arterias y núcleos sanguíneos y se dilata hacia fuera. El espacio, su estructura histórica, cultural y física organizan todo el discurso y es ahí, donde el tiempo reaparece como un organismo vivo que cose el momento histórico pasado con el del presente y el futuro. Sin embargo, las costuras de ese proceso deben quedar explícitas, deben expresar claramente su procedencia, no hay temor por esconderlas por borrar las pisadas de su paso, al contario, deben quedar reflejadas rotundamente en el nuevo edificio. Los detalles y la unión de esos tiempos tampoco tienen porque verse completamente resueltos, acabados, finalizados. Lo importante es que el proyecto fluya desde el inicio, que no caiga en un tiempo estático, que ofrezca siempre cosas.  Los dibujos del autor reflejan esa intención. El color que simula ideas  pero no las concreta, que dibuja formas habitadas pero no las explica, que intenta describir el mundo y la arquitectura pero no desvela sus secretos. Quizás esta idea de “transición proyectual” revela, en parte, todo el largo proceso de gestación desde su inicio hasta el final, un final que nunca terminará produciéndose porque la obra continuará y se alargará en el tiempo. Como su autor, que desde sus desdibujadas formas proyectaba un mundo posible que describirá los circuitos y los campos de acción que, ahora sí, los habitantes descubrirán y harán suyos. Justo en ese momento el tiempo ya no solo será de la historia y su huella, de los bosquejos inconexos sobre papel de su autor, de los espacios y su circulación, de los umbrales, sino fundamentalmente de los habitantes y las personas que practiquen el espacio rememorado, presente y futuro que ahora por fin protagonizan.

lunes, 14 de mayo de 2012

El hombre como respuesta

El mismo orden creó al elefante y creó al hombre
Son diseños distintos
Iniciados a partir de aspiraciones distintas
Formados a partir de circunstancias distintas



¿De qué clase de orden se nos está hablando?

Kahn se está refiriendo a un Orden mayor que podríamos llamar natural o universal, no en tanto forma que es, si no en cuanto a proceso en continua mutación. Se trata entonces de un orden latente… contamos con Él.

Sus diseños, ya se trate de un hombre, un elefante o un camello, son respuestas que la naturaleza da a la voluntad de manifestarse de la materia. Estos estadios o respuestas son función del encuentro de los deseos, tendencias o movimientos internos (sin figura, sin dimensión); Las aspiraciones, con las preexistencias, que ya forman parte de la realidad o mundo conocido; Las circunstancias. Pero más allá de este choque de aspiración con circunstancia (el “como”), está la forma (el "qué").

Podríamos decir así, que un hombre concreto (aquí y ahora) es el producto que resulta de la confrontación de su condición hereditaria, biológica, genética, con sus condiciones circunstanciales, culturales, un hábitat. Esta respuesta nos permite conocer como es el hombre, el porqué de su diseño.



El escrito de Kahn continua diciendo…

…El orden es intangible
Es un nivel de conciencia creativa
Que cada vez es más elevado
A mayor orden, más diversidad en el diseños.
El orden sustenta la integración
A partir de lo que el espacio quiere ser, lo desconocido puede revelarse al arquitecto
Del orden extraerá esta fuerza creativa y el poder de la autocrítica para dar forma a eso desconocido.
Surgirá la belleza



Las circunstancias no hacen al hombre; lo revelan a sí mismo.
Jamen Allen

domingo, 6 de mayo de 2012

Origen




Un árbol, hombre leyendo. 
Dos palabras y nada más; una conversación. 
Palabras flotando, vuelan. 
Los hombres mojados y helados bajo la luna. 
Una idea: arquitectura; la sencilla y serena construcción de la vida a través de los materiales. Albergar, crear un cobijo para la lluvia. 
Esos dos hombres vuelven a conversar, pero ya no pasan frío. 
El radiante sol calienta ahora todas sus ideas. 
Crecen…Crecen, 
viven…
Viven.

Cubierta

                                                                            
                                                                              Cubierta

Presagio de historia. De historia olvidada y reprimida. De epopeya nostálgica latina. Una silueta sobre el horizonte marca el comienzo de una idea. Idea de espacio y de vida. Despega, despega la vida lanzada hacia el cielo.