La rebelión estalla, seguida por una sublevación pacífica que cataliza la alegría y la búsqueda...
El espacio público torna el lugar de la permanencia y duración del acontecimiento, subrayando su valor y continuidad en la memoria...
Las prohibiciones se convierten en los retos del juego, del participar y crecer de los niños. Las sonrisas se revelan como las formas visuales y las caras amables de la ciudad: contagian a todos de su espontaneidad y nos recuerdan que aún podemos salvar a la ciudad para también salvarnos nosotros
La ciudad se saborea en toda su dimensión, nos baña y toca corporalmente, corrigiendo las ópticas retinianas de la imagen y prudencia que gobiernan las 'postales intransitables' de la urbe contemporánea.
¿Es posible encontrar aquellos lugares donde todavía sea posible parar y detenerse?
¿Dónde quedan los lugares de la alegría, dónde quedan "las flores transparentes y el agua dulce que se bebe"?
AMo_arquitectura
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