Inmerso en la locura colectiva, mentalidad patriarcal o como
quiera que cada cual decida nombrar a la climatología social en que habitamos y
nos habita -rebaño definitivamente sin pastores, o quizás con tantos pastores
que ya no se sabe hacia cuál correr-, quiero compartir algunas observaciones y
preguntas que nos invitan a poner el foco en lo que podría ofrecer una
experiencia más íntima y transformadora de esta era en profunda renovación.
Quizás no sea fácil darse cuenta de que gran parte de lo que hacemos con
nuestras mejores intenciones (y digo nuestras, porque la 'mejor intención' no
es algo propio, aunque a ti y a mí nos lo parezca) consiste en la reproducción
de los mismas programaciones mentales que alimentan la autoridad que nos
centrifuga, nos cuece y nos engulle: nuestra falsa autoridad. El patriarcado.
Como seres humanos condicionados experimentamos determinados
apegos o adicciones, frecuentemente desmedidas, por ciertas actitudes o
posicionamientos ante la vida de los que cada cual es más o menos consciente.
(Conviene recordar que resulta enormemente más fácil ver la paja en el ojo de
un hermano que la viga en el propio)
¿Verdaderamente es importante para mí que podamos hacer
millonarios a esos cinco jóvenes? ¿Acaso no son ya los más 'ricos' del planeta
el mayor peligro para la vida y seguimos alimentando su riqueza y poderío? ¿Me
asusta vivir a expensas de una leyes tan injustas, tan disparatadas, tan
caprichosas...? ¿No será que las estoy llamando así porque no las comprendo?
¿No será que las llamo así porque no comprendo el contexto en que han sido
creadas? O, tal vez... ¿Será que las llamo así porque a quien no comprendo es a
mi mismo?
Cuando vivimos sumergidos permanentemente en la polaridad
cultura-natura, estamos dejando pasar la oportunidad de explorar y de ver por
nosotros mismos, que la falta de equilibrio
que percibimos entre los polos podría ser el reflejo de la tensión acumulada
-más o menos aguda, que se produce entre lo que creo ser y lo que soy, entre lo
aprendido y lo innato, entre la mentalidad racional homogeneizada y la
naturaleza individual encorsetada- que impide que nos experimentemos como
seres completos en continuo aprendizaje, próximos (o no) al equilibrio mental
que permita (o no) al flujo de la vida renovarse en nuestro organismo
cuerpo-mente; en la experiencia de estar en paz, con lo que hay, en este
momento.
¿Cómo me siento al estar presente en este momento? ¿Podría ser que
aquello que estoy rechazando, o preferiría no ver de piel para fuera, se
corresponda con lo que me resultaría inaceptable si dirijo la mirada hacia
'adentro'? ¿Podría mirar sin expectativas, sin ‘buenas intenciones’... sin
impaciencia? ¿Podría mirar sin temor a que la vida sea algo diferente a lo que
quiero que sea o a lo que creo que es? ¿Podría permitir que la vida me revele
mi naturaleza esencial? ¿Podría experimentarla sin filtros, sin maquinaria...
sin mí, siquiera sea por un instante?
Viñeta de El Roto
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