1 familia/3 generaciones: independencia & interdependencia
 
 Un  gran paralepípedo, caja sólida, serena, contenida. La primera imagen  que capta la retina es la de una vivienda de líneas claras, espesas. Hay  que cruzar un umbral, el primero de ellos, el de la calle, desde ahí  comienzan las revelaciones, sin embargo todas se expresan  progresivamente. Cruzamos al jardín, y la vivienda propone circular en  torno a ella, nunca directamente. El camino se desarrolla en un  itinerario donde las superficies y texturas de los materiales marcan y  dirigen los cambios y el tránsito que nos conduce a la parte posterior  de la casa. En ese punto, todavía, no la conocemos. El espacio  arquitectónico hace su aparición, cuando cruzamos el segundo umbral; el  vestíbulo. A partir de ahí, la caja que era espesa y racional desde el  exterior, comienza a volverse más transparente, líquida. Primero en la  sección, cuando en las escaleras que dan acceso a las diferentes  viviendas aparece la luz inventada, filtrada a través de los peldaños de  la escalera. Hay que esperar un instante, el que termina por quebrar la  planta y fracturarla. Es otro umbral, otro límite, el que da paso a los  diferentes apartamentos; en total cuatro. El espesor y la liquidez  vuelven a ser aquí nuevamente energías opuestas que se complementan. De  un lado encontramos una primera zona de habitar que resume, con matices,  la idea de Chermayerff y Alexander de la “esclusa”. La zona más privada  y de descanso de los apartamentos, donde se encuentran los dormitorios,  se localiza al comienzo de la vivienda, apartada de la zona colectiva,  líquida y volátil del living room. Con ello, se mantiene la  diferenciación de los ámbitos espaciales en base a sus necesidades  programáticas. Las  esclusas o dormitorios, empero, nunca  adquieren  una condición rígida o estrictamente hermética, sino que puede abrirse  siempre y cuando el usuario lo desee facilitando el contacto directo con  el recorrido visual y circulatorio de la vivienda.
Un  gran paralepípedo, caja sólida, serena, contenida. La primera imagen  que capta la retina es la de una vivienda de líneas claras, espesas. Hay  que cruzar un umbral, el primero de ellos, el de la calle, desde ahí  comienzan las revelaciones, sin embargo todas se expresan  progresivamente. Cruzamos al jardín, y la vivienda propone circular en  torno a ella, nunca directamente. El camino se desarrolla en un  itinerario donde las superficies y texturas de los materiales marcan y  dirigen los cambios y el tránsito que nos conduce a la parte posterior  de la casa. En ese punto, todavía, no la conocemos. El espacio  arquitectónico hace su aparición, cuando cruzamos el segundo umbral; el  vestíbulo. A partir de ahí, la caja que era espesa y racional desde el  exterior, comienza a volverse más transparente, líquida. Primero en la  sección, cuando en las escaleras que dan acceso a las diferentes  viviendas aparece la luz inventada, filtrada a través de los peldaños de  la escalera. Hay que esperar un instante, el que termina por quebrar la  planta y fracturarla. Es otro umbral, otro límite, el que da paso a los  diferentes apartamentos; en total cuatro. El espesor y la liquidez  vuelven a ser aquí nuevamente energías opuestas que se complementan. De  un lado encontramos una primera zona de habitar que resume, con matices,  la idea de Chermayerff y Alexander de la “esclusa”. La zona más privada  y de descanso de los apartamentos, donde se encuentran los dormitorios,  se localiza al comienzo de la vivienda, apartada de la zona colectiva,  líquida y volátil del living room. Con ello, se mantiene la  diferenciación de los ámbitos espaciales en base a sus necesidades  programáticas. Las  esclusas o dormitorios, empero, nunca  adquieren  una condición rígida o estrictamente hermética, sino que puede abrirse  siempre y cuando el usuario lo desee facilitando el contacto directo con  el recorrido visual y circulatorio de la vivienda.
 
El  umbral abierto, y una vez superados los límites de las esclusas,  alcanza su estado líquido en torno a un gran patio de luz que corta la  vivienda en dos partes prácticamente simétricas. Éste conecta todos los  apartamentos en sección y termina confluyendo en una galería plegada de  cristal que actúa a la vez como contrapunto formal y estético de la  vivienda, quebrando ligeramente el paralepípedo en su cubierta. Sin  embargo, su fuerza expresiva, no es pretenciosamente estética, sino que  actúa como motor que canaliza las fuerzas térmicas interiores reduciendo  la temperatura de los apartamentos a la vez que monopoliza una de la  grades fuentes de luz, ventilación y poética de la vivienda. Quizás el  patio constituya el punto que quiebra y a la vez une los espacios; el  lugar de las inspiraciones. Sin embargo, no interviene exclusivamente  como un organismo autónomo director. Es el usuario, nuevamente, y según  las necesidades de movimiento y habitabilidad, el que puede condicionar  su funcionamiento, al igual que el de la planta, dotarla de mayor  flexibilidad, fluidez, abertura y extensión, o por el contrario, cerrar,  recluir y privatizar el espacio según el uso que quiera concederle. De  este modo, la vivienda canaliza las energías sólidas y líquidas a partir  de los condicionantes del habitar y su acción.

El  itinerario progresivo, por lo tanto, desvela paulatinamente los  secretos del proyecto, nunca busca ofrecerlos de manera literal y  evidente, se subraya así el valor que la circulación, el espacio y el  habitar tienen en el proyecto para su descubrimiento final. El último de  los umbrales desvela ese final; oculto y distante al comienzo encuentra  al fin su tan anhelado seguimiento. El paisaje y el mar reaparecen  después de esa larga circulación que comenzaba en el límite divisorio  entre la calle y la zona privada y familiar de la vivienda. El usuario  encuentra en el marco, otro nuevo marco panorámico; el de las terrazas  desde el cual mira y contempla el lugar, la otra gran verdad del  proyecto: ofrecer el mar. 
 
 En  ese momento confluyen las sustancias que la luz exterior natural y la  luz interior del patio ofrecen, multiplicando los contrastes, las  superficies, las imágenes, los sonidos, y los fenómenos. El último  límite, el definitivo, ha adquirido el estado supremo de la liquidez,  prácticamente ha desaparecido, las carpinterías pierden su condición  fronteriza y material extendiendo a través de planos verticales de  vidrio las posibilidades del espacio interior que termina proyectándose  hacia el infinito. La vivienda ofrece ahora su versión más vulnerable,  accesible y nítida, la caja maciza, que veíamos al comienzo del  recorrido, termina rompiéndose finalmente en las terrazas. Es en ese  momento, cuando la vivienda exteriormente ofrece los enigmas del  espacio, únicamente ahí. Antes, el proceso, debía producirse por  desvelamiento. Revelar los secretos comenzando en los límites, en los  umbrales, en las pautas orientativas de las superficies, pasando por las  sustancias; por su enfrentamiento y colisión pacífica, hasta llegar a  los fenómenos, aquéllos que el habitar y su acción dibujan siempre en la  arquitectura.
En  ese momento confluyen las sustancias que la luz exterior natural y la  luz interior del patio ofrecen, multiplicando los contrastes, las  superficies, las imágenes, los sonidos, y los fenómenos. El último  límite, el definitivo, ha adquirido el estado supremo de la liquidez,  prácticamente ha desaparecido, las carpinterías pierden su condición  fronteriza y material extendiendo a través de planos verticales de  vidrio las posibilidades del espacio interior que termina proyectándose  hacia el infinito. La vivienda ofrece ahora su versión más vulnerable,  accesible y nítida, la caja maciza, que veíamos al comienzo del  recorrido, termina rompiéndose finalmente en las terrazas. Es en ese  momento, cuando la vivienda exteriormente ofrece los enigmas del  espacio, únicamente ahí. Antes, el proceso, debía producirse por  desvelamiento. Revelar los secretos comenzando en los límites, en los  umbrales, en las pautas orientativas de las superficies, pasando por las  sustancias; por su enfrentamiento y colisión pacífica, hasta llegar a  los fenómenos, aquéllos que el habitar y su acción dibujan siempre en la  arquitectura.