Todo está relacionado con nosotros mismos. El entorno nos influye mediante su dimensión, luz, sombra, color, etc. Nuestra condición es completamente dependiente del hecho de vivir en la ciudad o en el campo, de si nos encontramos en una habitación grande o pequeña.
Nuestra reacciones ante estas condiciones son, en origen, completamente inconscientes y sólo las registramos en casos especiales, por ejemplo, cuando gozamos de un detalle o sentimos un particular vínculo con el entorno o una acusada sensación de desagrado.
Este debería ser nuestro punto de partida: trasladar nuestras reacciones inconscientes hacia la consciencia. Cultivando nuestra capacidad para percibir estas diferencias y el efecto que provocan en nosotros, por medio del contacto con el entorno, encontramos nuestro camino hacia la esencia de la arquitectura.
Este debería ser nuestro punto de partida: trasladar nuestras reacciones inconscientes hacia la consciencia. Cultivando nuestra capacidad para percibir estas diferencias y el efecto que provocan en nosotros, por medio del contacto con el entorno, encontramos nuestro camino hacia la esencia de la arquitectura.
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