Aburrida, mira esperando la muerte de la primera
palabra.
Si descarrila la aplastará.
Sigue mirando que sea yo quien arranque, la usurpe,
que provoque en sus grietas.
Comienza a extinguirse.
Me vacila,
oprime su garganta y apenas suspira. No puedo sino ofrecerle caricias sin celos
ni sexo.
Nunca la querré…
Pero ella
insiste. Me fusila con llanto de ambulancias.
Es tan vulnerable que todos ya lo saben, hasta su
perro.
Se obliga a doblegarme pero no me alcanza. Ha
tragado tanto asfalto que de su perfume no queda ni el origen frente al espejo.
Ahora espera sola, sin estación ni barrio, sin
piedras a las que agarrarse. He decidido olvidarla, ella suplica.
El adiós ya partió, sin despedidas ni hambre.
Y no hay retorno que me convenza.
Mi mundo dormirá esta noche muy lejos del suyo.
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