Hacia otra arquitectura:
Resistirse a la tentación constituye hoy por hoy casi una rebelión. En
un mundo fuertemente marcado por la globalización, por los usos comunes y
generalizados de nuestra era tecnológica, y por lo que Bauman define como “el síndrome de impaciencia” (Bauman, 2006),
se hace difícil encontrar lugares disciplinares que resuman un campo de
nostalgia y permanencia distinto. La
arquitectura parece erigirse, todavía en estos momentos, desde los dos grandes
depredadores de nuestra cultura disciplinar: el culto desmedido por la
arquitectura de firma y autor -muy impulsada desde las instituciones y
organismos políticos- y la metástasis del mercado inmobiliario; con sus leyes
de “metraje” y rendimiento económico. Son otros recorridos, sin embargo, los
que se hacen cada vez más necesarios como instrumentos para medir el alcance
real de la arquitectura -de la otra
arquitectura-, que también se cuela entre los alveolos marcados por las
otras dos grandes rutas señaladas. Las líneas que siguen, intentan dar cuenta
de ese proceso paralelo, indagando en un caso concreto realizado en los
“confines” de la provincia de Buenos Aires -Pontevedra-. En esta ocasión el
formato que proponemos para su investigación será la entrevista libre, más bien
una conversación, que pretende simplemente rescatar algunas cuestiones que nos
parecen ocupan el contexto de las ideas, preocupaciones e incertidumbres que
encierra su construcción. Entendemos que de este modo, podremos llegar a hallar
algunas claves de esta otra arquitectura
-que de alguna manera debería entenderse como particular; ya que como hemos
subrayado al inicio intenta escapar de los procesos más generalizados, o más
bien de las “anécdotas” de la globalización-, de esta otra manera de hacer y entender la arquitectura, y los complejos
procesos del habitar por los que atraviesa.
Conversaciones sobre el
lugar_
-
Creo que deberíamos comenzar por la tierra, el
territorio, el lugar. Durante los años 70 en España se asentó un pensamiento
que comenzó a sensibilizarse con las condiciones del contexto. Se trataba de un
movimiento teórico pero también proyectual, que hundía sus raíces en episodios
del pasado, décadas de los 50 y 60, incluso anteriores. Recuerdo, la profunda
sensación que causó, no sólo en España, sino fuera de nuestras fronteras, la
aparición de proyectos como el Ayuntamiento de Logroño o el Edificio Bankinter
en los 70, y, sobre todo, como poco después, el mismo artífice, un entonces
mundialmente menos conocido Rafael Moneo, realizaría al hilo de lo ya iniciado
en esos dos grandes ejemplos citados, su ahora ya muy celebrado Museo de
Mérida. No intento rescatar todo lo que aquello supuso para la cultura
arquitectónica de mi país, pero si me gustaría subrayar la importancia que por
entonces, empezó a tener del contexto y el lugar a la hora de proyectar. De
hecho, si me permites, y para poder enlazar con tu trabajo o imaginario, me
gustaría citar textualmente un fragmento recogido de la memoria del arquitecto
navarro que nos ayudará a enlazarlo con el tuyo: “Obviamente, el contexto arquitectónico es un factor decisivo para un
proyecto. Pero aquí quisiera insistir en que no entiendo el proyecto como algo
que completa o como una mera continuación de lo que ya está presente. Lo que
realmente genera un proyecto es una idea que opera sobre el contexto, social o
material, en una forma específica, pero que no es una simple consecuencia de lo
existente” (Moneo/Zaera, 1994) . Entiendo que tú no has
trabajado directamente en un contexto urbano o con preexistencias construidas,
se trata aquí de una zona arbolada y natural, un lugar distinto, sin embargo,
podría decirse, quizá, que sí existe una realidad ambiental inmediata y
próxima, y que igualmente la has identificado o resuelto a través de las
primeras imágenes de tu vivienda. ¿Me podrías explicar cuáles han sido tus
referentes fundamentales a la hora de interpretar el contexto o topografía en
donde has realizado tu vivienda?
-
De hecho comentaría mi respuesta desde dos
aspectos posibles de apropiación. El
primero remite prácticamente a la coyuntura específica, y se trata de la mirada
más objetiva sobre el problema; es decir, que estamos llevando a la práctica aspectos que
tratan algunas cuestiones sobre la planificación del territorio, donde estamos
(digo “estamos” porque para algunos temas específicos pensamos desde un
colectivo) trabajando sobre algunas características de la apropiación de un
territorio específico; donde una de las prácticas se refiere al planteo de loteos con su correspondiente
adquisición, y que de alguna manera convive con las reglamentaciones de las
posibles ocupaciones del suelo que derivan de la relación dialéctica entre las
potencialidades del espacio a ocupar y las normativas del municipio; como con
las cuestiones económicas relativas al valor de la tierra (tema no menor). Todo
esto encuadrado dentro de la coyuntura del cambio de destinos y zonificaciones;
de crecimiento de sectores (antes identificables como) rurales, ahora convertidos en urbanos (o en camino de
convertirse), y que están en relación con cambios de escala macro, sugeridos
por la nueva autopista aún en construcción.
-
El otro aspecto es un poco más subjetivo, y
quizá convendría que lo resuma desde la apropiación
micro. Es la otra alternativa, la que convive con lo práctico y no con lo
anecdótico, más bien lo que remite a lo romántico. Me parece que lo mejor sería empezar con un
recuerdo; porque me parece que la posibilidad de un habitar, de una posible
apropiación podría encontrarse también en otros
lugares. Recuerdo que fui muy pocas veces a la casa de mi abuela. Que no
haya ido seguidamente no tiene que ver con la falta de amor hacia la familia,
sino más bien, por la falta de medios para llegarse regularmente – más que nada
por la distancia de 2500km que nos separaban-. Así y todo, de las pocas veces
que pude ir, una de ellas me ha quedado marcada en la memoria; y fue cuando con
mis tíos, mi padre y mi primo pasamos una jornada en el campo –la casa materna
de mi familia estaba en el campo; y me sale hoy “materna” porque nunca conocí a
mi abuelo –. Recuerdo que comimos un asado, de esos que se hacen “estilo
campo”; que había un gran árbol, de donde colgaba una hamaca paraguaya, la más
grande que he visto. Recuerdo muy poco la tierra, algo difusa la vegetación, y
sé que había un arroyo que pasaba por el fondo; pero lo que más puedo
visualizar es la disposición del casco de la vieja casa (será porque ahora
trato de pensar el por qué hay una imagen que aún permanece –latente-; será
porque hace tiempo ya pienso en temas relacionados con el habitar y esa imagen
quizá sea un ancla que me lleva a un momento de felicidad). Pero lo que si
logré pensar, cuando se produjo mi primer contacto con el sitio del que estamos
hablando hoy, es bastante semejante y por ello me imaginé llegando a construir
un lugar donde se podrían reunir la
familia, los amigos…
Conversaciones
sobre la historia_
-
Me resulta muy significativo que recuperes las
imágenes de tu infancia o adolescencia a la hora de configurar tu visión
proyectual. De alguna manera, entiendo que ves el hogar como un vientre de
amparo que viene a protegernos de la hostilidad exterior. Más tarde ahondaremos
sobre esto último cuando analicemos los espacios y narrativas de tu casa. Sin
embargo, me detendría en tus primeras evocaciones; las que citas y enumeras
casi emocionado. De alguna manera, vuelves sobre aquella hermosa idea de
Bachelard: “la casa protege al soñador,
nos permite soñar en paz” (Bachelard, 1965). Citas el árbol y la “gran hamaca” como si fueran los dos grandes
abrigos de tu ideario cuando comienzas, y esto me lleva a enlazarlo con el
sugerente pasaje de Berger dedicado al árbol: “Incluso cuando se está trabajando en la más completa soledad, uno
tiene en el bosque la evasiva sensación de estar acompañado. Una llanura, una
colina o la estepa no son lo mismo. Los árboles constituyen una presencia.
Mantienen, cada uno de acuerdo con su especie, un extraordinario equilibrio
entre el movimiento y la quietud, entre la acción y la pasividad. Y es en este
equilibrio que se regula constantemente, en donde su presencia se hace
palpable. No es de sorprender que hayan sostenido durante tanto tiempo los
tejados de las casas acompañan” (Berger,2003)
¿Te has sentido sólo al proyectar y construir tu
casa o todas esas “anclas” te han acompañado en tu aventura?
-
No puedo nuevamente dejar de afirmar los puntos
que me sugieres a reflexionar desde el abordaje de lo macro y de lo micro; y
como esos extremos de cierta manera encuadran las ideas del proyectar y construir desde esta frontera. Sobre los aspectos más
particularizados, como las propuestas relativas a los posicionamientos
individuales de apropiación- implantación, podría comentar como se han logrado
experiencias de concreción (o en proceso de) de proyectos; donde se trabajó
desde las relaciones de participación sobre algunos temas comunes entre las
propuestas (lo macro), como sobre los temas inherentes a cada uno de los nuevos
propietarios (lo micro y sus problemáticas). Creo también que deben ser
abordadas desde la práctica, ya que son temas de índole comunitario:
convivencia entre nuevos vecinos; relaciones de proximidad; como así los temas
individuales: límites de espacios privativos y como esos temas “bien resueltos” colaboran de manera
positiva con la generación de la idea de tejido urbano.
-
Creo que en parte, desde estos aspectos comentados, he tenido compañía; y sobre
lo específico del proyecto de mi hogar lo he hecho con mi pareja. Aunque sí
quizá, en algún momento, me he quedado solo en las decisiones finales; esas que
tienen que ver por ahí con los aspectos formales, e incluso con los aspectos
más técnicos- constructivos; estos últimos se deben más que nada a que en este
caso soy el proyectista, el auto constructor- artesano y el cliente.
-
Volvamos sobre el eterno debate vinculado a las
formas del pasado o la historia como herramientas del proyecto. No sé si
estarás de acuerdo, pero menos mal que todos salimos ilesos del desafortunado
avatar de lo posmoderno y pronto comprendimos que construir con la historia es
algo muy distinto a realizar tributos basados en la mímesis, o algo peor, la
tautología. Es cierto, que el debate fue necesario porque validó la condición expresiva
y simbólica de la arquitectura; sus formas de fantasía, en detrimento de la
fiebre alcohólica del racionalismo, y tendió un cable hacia una arquitectura de
significados y posibilidades. Tu arquitectura, sin lugar a dudas, participa
también de este debate e investiga en sus claves: la manera de construir -como
están hechas las cosas-, la preocupación por las orientaciones -escrupulosa en
tu caso- y, como digo, un fuerte carga expresiva y emocional -simbólica- que te
distancia, conscientemente, del neo purismo o tributo a los “frigoríficos”
-Banham- que encontramos en una abundante senda de la arquitectura
contemporánea.
Creo que me sigues. ¿Si tuvieras que enumerar
qué aspectos consideras relevantes de la historia de la arquitectura para
explicar tu casa, a cuáles te referirías?
-
Bien; la Historia como sabes juega un papel
importante en mi vida, ya que desde la enseñanza de la misma; es un componente
válido como recurso para este proyecto. En cuanto al problema de las
referencias históricas podría citar varios en los que me he sentido
identificado, e incluso algunos han sido reelaborados para solucionar algunas
cuestiones. En principio remarcaría que la Historia podría leerse en cuanto
material para proyectar desde dos puntos bien definidos (o al menos me he
preocupado por entenderlo desde esta posibilidad, entre otras); el primero es
desde lo estilístico y lo segundo desde la
tradición. Sobre lo específico del estilo, me llama mucho la atención el
fenómeno espacial que sugieren los cortes de edificios religiosos de la época
bizantina (de planta centralizada, no simétricos en cuanto a los ejes cruzados;
sino los otros, con plantas más de instancias investigativas, de búsqueda de
formas, de caminos posibles de concreción del canon). Entonces el corte trabaja
con eso, con una secuencia de espacios alternados donde va bajando la
proporción de sus alturas conforme se mueva uno hacia el borde e incrementando
alzados mientras uno se mueve hacia un “supuesto”
centro; incluso he recreado mi propia idea de sector centralizado donde la luz
penetra desde el perímetro alivianando fenoménicamente el techado. Por el resto, por la referencia hacia la
tradición podría comentarte la investigación aplicada sobre las técnicas de
construcción de tierra estabilizada; he propuesto variantes de quincha húmeda,
según orientaciones, cuestión que se comparte también con la “obsesión sana”
sobre el movimiento del sol y las ventanas que he dedicado a las horas desde
que sale y se pone; y que tienen más afinidad con la vida rural.
Conversaciones
sobre el proyecto_
Veo tu casa, la visito, la palpo, la habito y la
vivo, y tengo la sensación de encontrarme con muchos enlaces que nos unen al
pasado. No sólo son los intersticios de tus episodios -los que has nombrado-,
los que viajan sobre lo rememorado, sino que llego a observarlo en las propias
situaciones espaciales, todavía en construcción, que comienzan a percibirse en
tu vivienda. Por ejemplo, la chimenea está situada en un punto importante del
espacio, cataliza las energías; recibe y abriga toda la vivienda, y su tratamiento
me recuerda las composiciones de las casas de la pradera de Wright, algunas
cosas de Aalto y otros tantos ejemplos.
También existe como punto central, una pequeña
depresión en donde se sitúa el banco corrido para la charla y la reunión. Todo
está teñido de esa aura o perfume que no tiene realmente forma ni figuración,
no parece responder a ninguna forma del pasado explícita y, sin embargo,
rememora los cálidos hogares de nuestros abuelos. Atrás quedan entonces las
transparencias “abiertas al porvenir” y el éxtasis extenuante de los muros
cortina. ¿Qué modelos considerarías como referentes tipológicos o habitables
-sintientes- de tu propia casa? ¿Qué permanece de aquellos modelos en la
disposición y construcción de tus narrativas?
-
Primero y
volviendo sobre lo inicial de nuestra charla, sin dudas la “disposición” de la
casa de mi abuela, la recuerdo como sectorizada en dos, el lado izquierdo
contenía la gran habitación (donde se dormía), el lado derecho era un ambiente
que funcionaba como “cocina interior” (había otra parte de cocina exterior,
debido a que se usaba leña) y una especie de comedor; hasta ahí nada fuera de
lo común, salvo el espacio que unía el sector izquierdo con el derecho. Lo
imagino como un lugar largo y ancho (salvando las distancias en la percepción,
hablando siempre sobre las cuestiones del espacio y sus dimensiones), pues iba
desde la línea del frente hasta el límite del contra frente, que quizá tenía
piso de ladrillo, pero que no tenía ni puerta de entrada ni de salida, pero que
conectaba el patio delantero (la parte del gran terreno que estaba por delante)
con la parte de atrás (que parecía no terminar) y desde donde podías ver el
baño (aquel estaba afuera, como los que supimos saber estaban en la época colonial,
incluso aquí en nuestra ciudad). Este espacio que no era pasillo, ni galería, y
para ponerlo en términos que pudiéramos identificar lo denominaría, quizá,
espacio central, o estar, o articulador, o como sea… (ya me referí a él cuando
nombre el supuesto centro). Allí me imagino hoy. Me veo hoy contemplando el
paisaje, tomándome unos mates durante la tarde cuando el sol quema,
permaneciendo allí hasta el caer de la noche para poder ver las estrellas.
Estando al resguardo; sabiendo que ni estaría afuera, pero tampoco dentro, pero
si contenido entre el adentro y el afuera… Esa imagen, que hasta ahora me
acompaña de manera inconsciente, se hace presente hoy más que nunca, porque la
he reinterpretado en parte de la casa; y de esa manera (re) memorar como (no) solo
de forma visual se pueden conectar, sino también cómo desde la habitabilidad
sensible se pueden (re) vivir ciertas situaciones. Entonces, más allá de que mi
casa no está precisamente en el mismo campo,
en el que está la casa de la abuela, también tiene esas relaciones de
distribución pensadas en secuencia, pensadas desde la necesidad; quizá
“manipuladas” desde la posibilidad del disfrute. Por eso, como en el caso de la
casa de mi memoria, se mantiene la disposición de sectorización hacia izquierda
y derecha de un eje; el eje… que por ahí se subdivide, para direccionar las
posibilidades de: poder subir a la gran
habitación; o de entrar a la casa por un pseudo paso que es a la vez parte
del estar, del comedor, y
tangencialmente dispuesto a la zona de cocina
interna. Un eje de doble sentido, como el de la casa de la abuela; ese que
también ahora ayuda a ir (des) componiendo la secuencia sucesiva de los
usos- ambientes, quizá de manera transversal; y que, a la vez va conformando la relación intrínseca entre
los espacios-ambientes, de “manera lógica” longitudinal y de “manera
fenoménica” transversal a la vez.
-
Entonces con todo esto podría decir que lo
tipológico es la apropiación de la disposición presente en la casa hispana de
mi abuela paterna con la mezcla de la casa de mi abuela materna, la otra que
aún no nombre, pero la que tiene más relación con el pasado de la América más
profunda; esa de la selva guaraní.-
-
Me gustaría encaminarme ahora, desde lo que
acabas de señalar, hacia la construcción de los espacios de la vivienda. Tú ya
has apuntado cosas muy interesantes para explicarlos. Creo que hay un aspecto
que empapa todo tu hogar: la exaltación de lo sincrético. Me parece muy
oportuno, y al hilo de lo que comentamos, recuperar una idea reciente del
arquitecto y pensador finés Juhani Pallasmaa sobre este asunto: “Una de las razones por las que las casas y
las ciudades contemporáneas son tan alienantes es porque no contienen secretos;
su estructura y su contenido se percibe de un solo vistazo. Comparemos los
secretos laberínticos de una antigua ciudad medieval o de una casa vieja, que
estimulan la imaginación y la llenan de expectación y estímulos, con la
vacuidad transparente del paisaje y de los bloques de apartamentos
contemporáneos” (Pallasmaa,
2016). Creo que tu casa estimula la imaginación porque ha venido a
contarnos cosas progresivamente, esconde todos esos secretos necesarios que le
son atribuibles a la buena arquitectura. La propia entrada ya es un
alegato en este sentido; un gran umbral con el suficiente y valorado espesor
como para saber que hay un paso, un tránsito: la propia gran puerta lo anuncia.
En su interior cada zona está tratada como si formara parte de una unidad y a
su vez constituyera una “casa dentro de otra”; estratificando los episodios del
habitar. El tratamiento de los lucernarios y los planos verticales de
soleamiento y luz se exponen como si fueran lienzos en las fachadas; se
muestran como relieves urdidos en el cuerpo de los muros, escondiendo historias
distintas e individuales: cómo entra la luz, sus materialidades -construcción y
comportamiento térmico- y significados, su simbología. De alguna manera has
puesto sumo cuidado en todos esos estadios de tu caminar y vivir
arquitectónico; una “casa como tú”, “una
casa come me” …
-
Quiero, por último, agradecerte la oportunidad
de haber vivido temporalmente la construcción de tu hogar que nos ha dado pie a
estas humildes notas. De alguna manera creo que tu trabajo resume, en síntesis,
un esfuerzo necesario y posible para la disciplina en una doble dirección: la
demostración de cómo es viable hacer arquitectura desde la autoconstrucción y
el ejercicio proyectual sin delegar en los circuitos más generales de la
arquitectura, y de cómo también, se puede habilitar otro universo – de
resistencia- que facilita un enorme campo de experiencias dentro de la
arquitectura todavía hoy desconocido, y que por fortuna nos enseña a pensar la
ciudad y la arquitectura desde otro aquí y otro ahora.
Bibliografía:
BACHELARD, Gaston. La poética del espacio.
México: Fondo de Cultura Económica. 1965. Pág. 30.
BAUMAN, Sigmund. Vida líquida. Barcelona: Paidós. 2006.
BERGER, John Páginas
de la herida. Antología poética. Madrid: Visor Libros. 2003.
MONEO, Rafael; ZAERA, Alejandro“Conversaciones con Rafael Moneo”. El
Croquis 1994; 64.
PALLASMAA, Juhani Habitar.
Barcelona: G. Gili. 2016.
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