Cada mueca de la ciudad es una sonrisa perversa.
Si no pones
toda la atención te devora,
poco a poco,
desde los pies.
Se lanza seductora para que la mimes y la cuides,
la
visites en la mañana y en la madrugada.
Y te quedas a su lado,
sin rechistar.
Sedúceme! Grita!
Ha pedido que te laves las manos.
Sucio!!
Pero has preferido llenarte de barro...
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