Hoy recito a las suelas de zapato rotas que
interrumpen la carrera. Hoy recito a los pasajeros que dormitan con sus mantas
en las estaciones de trenes. Hoy recito a los que cenaron ayer y hoy comen
migajas. Hoy recito a los que viven hacinados con toda la familia porque la
mitad perdieron su techo. Hoy recito a
los que hacen largas colas para pedir un plato de comida. Hoy recito a los que
se vuelven locos por un pedazo de pan. Hoy recito a los vagabundos del mundo
que ya no esperan nada. Hoy recito a la espera que ya no sirve de nada. Hoy
recito a los que fueron esclavos y lucharon en su día por la libertad que hoy
tenemos. Hoy recito por los “nadies” de Galeano, a los que yo también
pertenezco. Hoy recito a los que se alimentan de alegría aun teniendo la
despensa vacía. Hoy recito a los mileuristas porque ya no tienen ni eso.
Recito, también, a los que ya no pagan los recibos y alumbran con sus velas el
hogar. Hoy recito a los que han guardado la vergüenza para fregar los suelos de
una cloaca. Hoy recito a la incertidumbre que se sienta en la mesa. Hoy recito
para que no se vuelva más agresiva. Hoy recito a los mendigos de ideologías que
se han cansado de palabras vacías. Hoy recito a la revolución porque el hombre
sigue vivo para volver a hacerla. Hoy recito a la libertad de la pobreza porque
no hay pan pero sí esperanza. Hoy recito a los que pierden su casa para dársela
a un puñado de tiranos. Hoy recito a quien ofrece su hogar al que no la tiene
para descansar junto al fuego. Hoy recito a la servidumbre de la tierra que se
hiere cada día, para que no se haga más, y no sea demasiado tarde. Hoy recito
al minuto de cada instante para que la cordura no nos lleve al mañana. Hoy recito
a los cuentos navideños para que salgan de sus palabras y se hagan fiesta real.
Hoy recito a los que siguen sin perder la esperanza. Hoy recito a las madres,
con sus costuras protectivas de abrazos. Recito a los que las han perdido para
que sepan que la tierra sigue estando. Recito a los huérfanos de todo, aunque
vestidos con bisutería, para que sean cautos y guiñen el ojo al prójimo. Hoy
recito al amor porque es la única salvación. Hoy recito a los que esperan el
tranvía y viajan en él. Hoy recito a los huéspedes de la noche y la poesía,
para que no decaigan y sigan componiendo sus versos. Recito a los muertos para
que murmuren en su lecho de aire, y no olvidemos los que seguimos estando vivos.
Recito a la vida porque sin ella estamos perdidos. Recito a la savia que corre
por la venas y mantiene el paso del corazón abierto. Recito a la naturaleza
porque no hay gobierno que al final pueda con ella. Recito a cada hombre y
pequeña vida para que no se entretenga en tonterías y se viva a conciencia. Hoy
recito a lo que soy porque no puedo ser más que eso, ni mucho más que todo. Hoy recito por verme
respirando, por ser sólo eso.
Y recito al mundo. Sí al mundo: por haberme
acogido…
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